Durante generaciones, mi pueblo, el pueblo Maya Ch’orti’, ha vivido en nuestro territorio en Guatemala. Pero hace algunos años, la locura de los biocombustibles aterrizó en nuestro país. Las empresas empezaron a monopolizar los recursos hídricos y desplazaron a nuestras comunidades locales de nuestras tierras y territorios con el objetivo de expandir los monocultivos de piñón, un cultivo utilizado para la producción de etanol, un biodiesel muy demandado por los mercados europeos.
El biodiesel no es la solución climática fácil que presentan los políticos y las corporaciones. El premio Nobel de química Paul Crutzen ha demostrado que cultivar y quemar grandes cantidades de biocombustible aumenta las emisiones de gases de efecto invernadero. Por cada litro de biodiesel se utilizan 20.000 litros de agua. Es una grave amenaza para nuestro abastecimiento de alimentos y para nuestro sustento como agricultores.
Como los municipios se niegan a registrar las tierras a nombre de las comunidades indígenas, las mujeres Ch’orti’ tomamos medidas. Ponemos en práctica nuestros conocimientos ancestrales sobre la conservación y la protección del agua, y emprendemos acciones legales para que se nos concedan los debidos derechos territoriales y se garantice nuestro acceso a las fuentes de agua.
Abogamos por la aplicación de una política de reforestación de las zonas comunales y emprendemos acciones ante los tribunales de justicia para legitimar nuestros derechos y responsabilizar a los autores de los daños ambientales. Construimos embalses para almacenar agua que nos han permitido diversificar nuestros cultivos y plantar especies nativas menos vulnerables a las sequías provocadas por el cambio climático.
El biodiesel es proclamado como una alternativa climáticamente responsable a los combustibles fósiles, pero su producción no hace más que agravar la crisis ecológica en nuestros territorios. Pedimos a los gobiernos y a los inversionistas que desvíen los recursos de la producción de biodiesel. Está contribuyendo a la crisis climática y violando los derechos indígenas. Pedimos que los fondos se destinen a las verdaderas soluciones climáticas con justicia de género que estamos aplicando nosotras, las mujeres y niñas del pueblo Maya Ch’orti’. La red de mujeres indígenas Maya Ch’orti’ y COMUNDICH cuentan con el apoyo del Fondo Tierra Viva, que forma parte de la red GAGGA. Puedes seguir el trabajo de COMUNDICH aquí.