“Cuidarme a mí misma no es una auto indulgencia, es auto preservación y eso es un acto político“, la contundente afirmación de Audre Lorde es un excelente punto de partida para abrir el diálogo con nosotras mismas y con otras en relación al autocuidado.
Para conocer en profundidad la apuesta de amor propio que conlleva el autocuidado y a la vez retomar la reflexión colectiva sobre lo que esto representa para las activistas centroamericanas, conversamos con Virginia Lacayo, Xóchitl Hernández, María Eugenia Morales y Doris Soto.
A lo largo de esta entrada encontrarás definiciones, reflexiones y recomendaciones desde la expertís y la vivencia, pero sobre todo desde la mirada autocrítica y compasiva, de mujeres líderes que con el apoyo de otras han hecho cambios en sus vidas para colocarse en el centro.
El autocuidado y cómo lo viven distintas mujeres de Centroamérica
Virginia Lacayo, mindset coach y feminista nos explica que el autocuidado, más allá de la visión consumista que nos venden los medios y las industrias, es algo que empieza, termina y debe estar centrado en la salud mental y emocional.
Para entender mejor esta afirmación Virginia pone el siguiente ejemplo: “Una persona puede estar físicamente enferma, puede tener una enfermedad terminal o tener algún tipo de discapacidad, pero si su salud mental y emocional están en buen estado, puede no solo sobrellevar esa condición física, sino que puede incluso lograr cosas extraordinarias, lo opuesto, nunca sucede. Una persona puede estar físicamente sana, tener todos sus exámenes con buenos resultados, pero si mental o emocionalmente no está en buenas condiciones, sufre de depresión clínica, tiene un burnout o tiene cansancio crónico, etc., el cuerpo no le va a responder. Es por eso que la misma OMS en los últimos años, ha otorgado importancia al tema del autocuidado”.
Xóchilt es antropóloga de profesión, educadora de vocación y también activista feminista. Tiene 37 años, es nicaragüense, pero vive en Colombia y después de varios procesos de reflexión sobre este tema, resume el autocuidado como el reconocimiento y el amor hacia una misma. Xóchitl enfoca su análisis en la noción de cuidado, como algo vinculado con nuestra noción de amor, sin embargo, explica que esa noción está concentrada hacia afuera, especialmente si somos socializadas como mujeres.
Ella nos cuenta que lleva a la práctica el autocuidado en su vida cotidiana, cuando se demuestra a sí misma ese amor a través de un sin número de acciones, como priorizar sus propias necesidades en el día a día, pero afirma que cuando intenta trasladarlo al activismo se vuelve un poco más complicado.
“En el activismo tenemos una visión sobre las necesidades del mundo como que son gigantescas a la par de nuestras necesidades, es por eso que actualmente la forma en cómo yo gestiono el autocuidado, está más concentrado en mí, en saber cuáles son mis límites, en saber cuáles son mis contribuciones y estar consciente de que yo contribuyo más cuando respeto mis límites y cumplo mis propias necesidades. Incluso para mí el autocuidado se ha vuelto parte de mi activismo, creando relaciones donde yo también tengo que respetar las necesidades de los demás y además de promoverlo, construir nociones, perspectivas e incluso herramientas de autocuidado dentro del activismo, también es importante hacerlo dando el ejemplo”.
Doris es abogada y radica en su natal San Salvador. Tiene 40 años, nació con discapacidad visual y es mamá de un niño de 8 años. Actualmente no se encuentra organizada, pero por más de dos décadas se ha dedicado a las causas sociales, a la defensoría y desde esas experiencias personales y profesionales comparte que fue hasta hace un par de años que descubrió el significado real de autocuidado.
Para Doris el autocuidado está sumamente ligado a muchos autos: autoconfianza, autovaloración, autoimagen, autoconcepto, autoevaluación, pero sobre todo autoestima, y dice que el autocuidado es una decisión personal, una gestión personal, pero nos recuerda que para autogestionarse es necesario tener herramientas.
María Eugenia es guatemalteca, tiene 75 años y es profesional del derecho. A lo largo de sus 43 años de ejercicio profesional, hizo valiosas contribuciones a los derechos humanos y ciudadanos en su país y en cierto momento de su carrera llegó a ser la primera defensora de la mujer, lo que, por supuesto marcó su vida, pero a pesar de su transformadora labor, actualmente se encuentra exiliada en México.
María Eugenia define el autocuidado como una herramienta y plantea que: “es un mecanismo que tenemos al alcance todas las personas, pero especialmente las mujeres activistas que durante nuestra vida en constante evolución, estamos inmersas en épocas de grandes desafíos personales y de salud, pero es algo muy individual por medio de la cual tú vas a presentarte como el ser más importante, eso te ubica bajo una gran responsabilidad en relación a tu plenitud, entonces, cuando tenés la oportunidad de conocer mecanismos o valorar tu vida y tus acciones durante cualquier etapa, necesitas saber que la primera que tiene que estar bien, eres tú, y que no eres alguien indiferente ni en tu medio, ni en el espacio, siempre brindas una esencia que no es repetible, es única y ahí radica la importancia de conocerte, de saber tus debilidades, tus fortalezas y poder acceder a esa herramienta para poder estar lo más activa y poderosa como ser humano”.
Las tres entrevistadas coinciden en el hecho de llegar a un momento de quiebre en relación al autocuidado, tanto en sus vidas personales como en su devenir activista—defensora. Ninguna llegó mágicamente a la acción de autocuidarse, todas pasaron por un proceso, solas o acompañadas, para reflexionar y hacer ese cambio de chip en relación a ubicarse a ellas mismas y sus necesidades como la prioridad.
Pasar de cuidar a otros para cuidar de nosotras mismas
“Durante 16 años creí que el autocuidado era enseñarles a otras personas cómo superar sus circunstancias, pero fue hasta el año 2020 que recibí un curso donde conocí qué era realmente el autocuidado. El curso me dio todas las herramientas necesarias para ponerme a pensar qué es lo que voy a hacer por mí”, comenta Doris.
María Eugenia explica que anteriormente no estaba en función de su autocuidado: “no ponía mucha atención, ni le daba valor absoluto a lo realizado, era como una acción en continuo de no querer perder el tiempo y los espacios que me brindó la vida, siempre espacios que he considerado muy importantes, no importa el rango que tenga y cómo lo valoran, pero en contextos de discriminación en los que las mujeres tenemos poco acceso al poder público, me constituí siempre como alguien muy especial que debe de cumplir y debe dejar marcado el aporte, pero hoy por hoy he aprendido a cuidarme, no como complacencia personal, sino como un compromiso con mi vida, sobre todo luego del abandono que he experimentado tras un cambio de país, me di cuenta que estaba aisladísima, y que a pesar de tener mucha gente conocida, yo no acudía a nadie, entonces, me di cuenta que me urgía poder reflexionar de manera profunda”.
Como ciudadanas latinoamericanas y como activistas centroamericanas, la idea de entregarnos a una o varias causas la tenemos bastante interiorizada, es por eso que romper con tan antiguas y románticas nociones a veces nos cuesta media vida. Queramos o no, muchas feministas hoy en día somos parte de esas tramas sociales, por herencia o porque aún no sabemos cómo salir ilesas de ellas, el autocuidado y todo lo que implica, sigue siendo desafiante en el día a día.
Xóchitl reflexiona sobre el caso de las activistas principalmente en Nicaragua, un país marcado por una historia de guerras, donde las historias familiares pesan y donde el activismo sigue estando centrado en la noción del mártir y esa martirización es una fuente de valor, y reflexiona que: “entre más víctima sos, más das el cuerpo, menos te cuidas, entre más te sacrificas a vos misma, más valor estás dando y eso fue algo con lo que yo crecí. A eso podemos sumarle el hecho de que soy mujer y crecí bajo la idea de que tengo que estar cuidando a los demás y descuidándome a mí misma y que mi valor viene de lo que doy a los demás, sea a mi familia, mis amigas, si fuera mamá estoy segura que sería la devoción a los hijos, pues la maternidad es también noción de entrega, o sea, es una noción muy contraria al auto cuidado y en la noción de mi familia, no existe la noción del auto cuidado tampoco”.
Bajo esas nociones de entrega y sacrificio, ¿dónde quedan los cuerpos y las vidas de las mujeres activistas? Xóchitl también comparte que darse cuenta ya adulta, de que la única responsable de sí misma era ella misma, le afectó bastante. Lo mismo probablemente ocurrió con María Eugenia a su tercera edad y con Doris siendo madre soltera quien además hace pocos años logró romper con el ciclo de la violencia.
Desmitificar y resignificar el autocuidado
Podríamos afirmar que al transitar por las ideas y acciones de autocuidado es necesario romper con el pasado y hacer cambios en nuestros propios paradigmas, en ese sentido Lacayo nos invita a desmitificar conceptos limitantes como son la relación entre el autocuidado y el egoísmo. Desde su experiencia trabajando como coach con cientos de activistas en la región, plantea que: “no hay nada más altruista, más entregado, más maduro y responsable de parte de una persona que cuidarse a sí misma, porque cuando nos cuidamos a nosotras mismas estamos liberando a otras personas de la responsabilidad de cuidarnos. Necesitamos empezar a cuestionar a fondo el concepto del autocuidado como un acto egoísta, individualista porque es exactamente lo opuesto, es un acto de responsabilidad colectiva y es un acto altruista, es un acto de responsabilidad personal, por la responsabilidad que tenemos también con nuestras comunidades”.
Virginia también establece una relación entre el bienestar personal y el impacto social, y plantea que, si no nos cuidamos a nivel físico, mental y emocional, nuestra capacidad de productividad se disminuye enormemente, perdemos la capacidad creativa, perdemos nuestra capacidad de eficacia, nuestra capacidad de pensamiento crítico y estratégico, perdemos la capacidad de resiliencia personal y, por lo tanto, de resiliencia colectiva sobre todo si estamos en un rol de líderes.
Ella nos invita a reflexionar de manera profunda al decirnos que si no cuidamos de nosotras mismas, nuestra capacidad de empatía, de compasión, de cooperación, de colaboración se disminuye considerablemente y nuestro liderazgo también se verá afectado, entonces, si somos líderes de una comunidad, de un grupo, de una organización y estoy desgastada, estoy exhausta, estoy burnout, estoy en depresión: ¿qué capacidad voy a tener yo de ser compasiva, de ser tolerante, de no estar irritable, de no quererme imponer? El análisis inmediato es que si no estamos bien la tendencia será esa. Si las activistas no nos cuidamos, las personas que nos siguen, que nos ven, que nos prestan atención, no lo van a hacer. Virginia nos pregunta: ¿quién se atreve a hacerlo cuando la líder no se está cuidando? Por lo tanto, afirma que hay un tema de responsabilidad social muy importante ligado al tema del autocuidado personal.
Xóchitl también comparte este posicionamiento al plantear que al hacer este recorrido sobre el tema se ha dado cuenta que: “la única responsable por mis necesidades soy yo, el autocuidado no es hacerme sentir bien, el autocuidado es hacerme responsable de mí misma y promover que todas seamos responsables de nosotras mismas, incluso en mi familia y eso fue una ruptura grande. Es un antes y un después en tu vida y en tus relaciones interpersonales”.
María Eugenia nos invita a traspasar nuestras propias barreras y pretextos para cuidarnos, dejar atrás frases como: no lo necesito o no tengo tiempo, dejar de vernos como autosuficientes, dejar de ser autoexigentes y más bien comprometernos con nuestro autocuidado. Desde su experiencia vital reconoce que como líderes queremos sabernos triunfadoras, queremos ser esas lideresas genuinas que pasan a la historia,pero nos dice: “¿triunfadoras de qué?, ¿historia escrita por quién?, ¿a costa de qué?, esas son metas que te pones porque tú crees ser feliz, pero la primera barrera es no poner atención en ti misma.
En conclusión, podríamos decir que no hay recetas para el autocuidado, pero bajo cualquier metodología es fundamental dedicarnos tiempo y espacio si estamos exhaustas. En palabras de María Eugenia: Si sos de escribir, escribe, si eres de reflexión plena, perfecto, pero busca algo que sea bueno para ti y empieza a innovar, empieza a darte lo que necesitas y luego serví con amor, con felicidad, con optimismo, pero no te castigues.