A los 18 años me gradué del colegio y le dije a mi mamá que quería trabajar, ganar mi propio dinero y sentirme productiva. Con la ayuda de una persona cercana, apliqué a un trabajo y me lo dieron. Yo estaba feliz.
Todo fue perfecto durante dos meses, cuando de repente… se dieron cuenta. No me preguntes cómo, simplemente un día me dijeron:
“No te necesitamos porque tienes VIH”