Vida en Dignidad

Feminismos que rompen violencias

Cuando las mujeres se unen para trabajar por otras mujeres no dimensionan el gran impacto que generan, aun siendo poquísimas. La organización guatemalteca Mujeres Mejorando Vidas, ha logrado en pocos años llegar a cientos de mujeres maya—indígenas y ladino—mestizas, superando las barreras interseccionales que les impiden trabajar para que las niñas, adolescentes y mujeres de todas las edades, puedan vivir libres de todas las formas de violencia. Esta organización representa la lucha incansable de los movimientos de mujeres y feministas en Guatemala, al evidenciar que el trabajo organizacional con enfoque feminista, puede impactar a nivel comunitario y también, a nivel estatal.

Por FCAM | January 31, 2025

La génesis y el avance

De ser un grupo conformado por tres mujeres, se convirtieron en un equipo de 15 compañeras. Mujeres Mejorando Vidas, es una organización clave en la promoción y defensa de los derechos de las mujeres maya—indígenas y ladinas—mestizas, y un caso de éxito en la lucha contra las distintas violencias, que viven las mujeres, en pluralidad de existencias.

Actualmente, han extendido su quehacer organizacional a dieciséis municipios, donde han identificado a mujeres de diversas procedencias, con el fin de fortalecerlas en metodologías que, por un lado, les permitan comprender por qué están siendo violentadas, y, por el otro lado, las fortalezcan en el conocimiento y defensa de sus derechos.

«Con apoyo del FCAM, hemos realizado todas nuestras actividades, talleres con las usuarias, con las lideresas, hemos intentado cambiar, luchar para erradicar el sistema patriarcal, el sistema machista de acá de Zaragoza, Chimaltenango, por la historia que tiene», suscribe Ligia Marroquín, directora ejecutiva de Mujeres Mejorando Vidas.

El apoyo psicoemocional, procesos legales, de pensión alimenticia, casos penales de niñas, adolescentes y mujeres que han sufrido violencia sexual, son algunos de los procesos que ofrecen a las participantes de sus acciones y los cuales las han fortalecido como organización.

De la experiencia organizacional a un programa estatal

El siete de octubre de 2024, obtuvieron un CAIMUS (Centro de Atención a Mujeres Víctima de Violencia), la firma de tal contrato es producto de su prestigio, trabajo y el cumplimiento de una larga lista de requisitos que el Ministerio de Gobernación solicitó a través de la Unidad de Prevención de la Violencia. Este proceso, incluyó un gran esfuerzo de incidencia política con diputadas y diputados para que agilizaran los fondos, que finalmente fueron designados a ellas.

«Nuestras metodologías han dado un giro a la atención integral de mujeres. Recientemente, fuimos reconocidas ante el Estado y otros donantes porque incorporamos una metodología que se llama Historia de Casos y este es un acompañamiento en el que se identifican las necesidades de las mujeres y se buscan los recursos para atenderlas», comparte Blanca Chacach enfatizando uno de los grandes logros por los cuales fueron seleccionadas por el Estado para la implementación de los CAIMUS.

Convertirse en receptoras de fondos públicos era un propósito que tenían planteado como colectivo. «Somos una historia de éxito, porque el FCAM confió en nosotras. Éramos chiquitas y ahora somos receptoras de un programa del Estado, ¡imagínate! Somos cuentahabientes del Estado y nos van a auditar. Es un reto, pero hemos crecido mucho y hasta aquí hemos llegado y vamos por más y con mucho éxito», celebra Ligia.

Las atenciones y los éxitos

Para 2025 las compañeras comparten estar enfocadas en procesos de autocuidado internos y externos que les permitan no quemarse, no cansarse. No obstante, estas decisiones forman parte de un camino que ha significado ordenarse de adentro para afuera.

La metodología de Espacio Seguro apoyada por el FCAM, permite tener un espacio abierto a todas las mujeres incluso para las adolescentes, donde pueden hablar abiertamente del contexto que viven de violencia en el ámbito laboral, estudiantil o familiar, un espacio donde se sienten seguras para expresarse y apoyarse.

Blanca comparte que, «en San Juan Comalapa establecimos un CAIMUS móvil, una oficina. Coordinamos con el alcalde municipal y tenemos ese aval para poder atender a las mujeres en la municipalidad y estamos establecidas en la Oficina de la Mujer y la Oficina de la Niñez y Adolescencia». Estas dos oficinas, han permitido consolidar un equipo capaz de desarrollar grandes actividades.

Parte de los éxitos obtenidos en el alcance y aplicación de sus actividades, tiene base en las metodologías que emplean como organización. La autonomía, la confianza, la flexibilidad de los fondos, lo hacen posible.

«Con el FCAM hemos logrado mejorar otras metodologías de otros proyectos, para que la organización esté fortalecida y esas metodologías realmente lleguen a otras comunidades, sobre todo en las aldeas lejanas donde cuesta llevar todo esto», destaca Ligia, como parte del éxito programático del trabajo que realizan.

Lo sembrado

Durante 2024 desarrollaron una escuela de formación con mujeres promotoras comunitarias, desde un enfoque feminista que resultó ser un éxito al poder formar un grupo de mujeres lideresas comunitarias con disposición de trabajar por los derechos de las mujeres.

Dos grupos de mujeres comunitarias fueron conformados en las municipalidades de Zaragoza y San Juan Comalapa. Lanzaron la convocatoria en redes sociales y varias de las participantes llegaron a los grupos a través del contacto por la virtualidad.

Para 2025 tienen como meta realizar acciones comunitarias que las mismas participantes han propuesto en estos espacios feministas, a la vez que pretenden llevar a cabo un proyecto de beneficio para ellas y sus comunidades.

«Somos mujeres transformadoras, somos mujeres que transmitimos confianza a mujeres que necesitan descubrir sus capacidades, sus habilidades. Somos mujeres con un enfoque nuevo de proyectos, que aprendemos de las capacitaciones; mujeres a las que se nos abre más la mente», concluye Blanca.

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Ilustración:
Sakina Saidi for Fine Acts
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