La justicia para muchas personas sigue siendo un deseo, una utopía, pero también algo que se construye desde abajo y con la tierra, así la entienden y la viven las defensoras de Centroamérica. La justicia para las feministas de nuestra región no es sólo una necesidad legal y punitiva, sino también económica y social.
A lo largo de esta entrada te presentamos los pasos a seguir para reconstruir las justicias, a través de las reflexiones de tres feministas que guiaron el diálogo virtual “Justicias desde los feminismos”, promovido por FCAM en el marco de su 20 aniversario.
La investigadora feminista y educadora popular Carmen Aliaga (Bolivia) conversó con las salvadoreñas Evelyn Martínez (profesora e investigadora decolonial) y Adriana Ramírez (ecofeminista) y también con la antropóloga y terapeuta guatemalteca Yolanda Aguilar, quienes plantean que es urgente transformar las relaciones desiguales de poder en el ámbito económico, pero también sanar individual y colectivamente, como forma de justicia.
Justicias económicas para la transformación
Las desigualdades económicas están generando violencias e injusticias, pero hacer justicia desde la perspectiva feminista no sólo pasa por reaccionar a las consecuencias, sino también por analizar las causas.
“Actualmente tenemos una economía injusta que concentra la riqueza en 26 multimillonarios: hombres, blancos, propietarios, que también deciden sobre la vida y la muerte del resto del mundo. Un multimillonario puede acumular la riqueza de países enteros”, destacó Evelyn.
En ese sentido las defensoras ambientales comprenden que las desigualdades económicas y de género son las principales causas de esas injusticias, por lo que afirman que la justicia climática y la justicia de género no van a poder ser dentro del capitalismo y tampoco dentro del patriarcado, sin embargo, afirman que cada vez que las organizaciones y movimientos realizan acciones transformadoras, poco a poco se van derribando esos sistemas.
La economía feminista no sólo supone una crítica a estos sistemas, sino que incluye acciones concretas para ir transformando el paradigma de mundo que todes merecemos. Ellas destacan que el movimiento feminista está construyendo un tipo de movimiento social que reivindica que las mujeres tienen derecho a la vida plena.
Desde esa perspectiva, Evelyn plantea que es fundamental reconceptualizar la idea de economía y pensar en una economía que tenga que ver con la vida, no sólo con los mercados y el dinero. En sus palabras: una economía diferente debe prestarle atención a esas necesidades que no son sólo materiales y de subsistencia, sino también a las necesidades de los afectos, de los cuidados, de protección, de participación, de identidad y de libertad.
Otro elemento clave para construir justicia desde la economía, es poder reconstruir esas otras economías, las economías que históricamente han existido y que se han basado en relaciones de reciprocidad, solidaridad y respeto a la naturaleza.
Pensar en otra economía pasa también por pensar en otras formas de políticas más participativas, directas, asamblearias, comunales y reconstruir economías ancestrales que han existido, como: la economía solidaria, construyendo de abajo hacia arriba, buscando complementariedad, reciprocidad, sororidad, solidaridad en las relaciones de venta y de consumo a nivel local y comunitario.
Evelyn nos dice que la economía debe partir de la célula misma, que es la comunidad organizada, construyendo poder creador y transformador para enfrentar las relaciones de poder capitalistas y patriarcales, que se ejercen desde el poder económico, en alianza con el poder político de los Estados-Nación.
Sanar para hacernos justicia
“Las herramientas del amo nunca desmontarán la casa del amo”, durante el diálogo virtual una de las panelistas rescató la frase de Audre Lorde para plantear la necesidad de ir más profundo en el análisis de las justicias.
Para las feministas hacer justicia implica no sólo pensar en los castigos, en el punitivismo como forma de repetir la violencia del colonizador, del opresor, sino que los grupos oprimidos tomen conciencia de su lugar de enunciación y rompan con ese sitio, por lo que plantean que hay que buscar otras formas de justicia no necesariamente punitiva y patriarcal.
“Una justicia profunda implica la reparación del vínculo dañado, implica la presencia activa de la memoria, implica hacer una crítica profunda a la actual realidad, rescatando esas formas de agrietar los muros o las fibras de múltiples cabezas racistas, capitalistas y patriarcales, partiendo de lo pequeño, de esas experiencias de resistencias donde se rescata el cuidado existencial del vínculo dañado”, expresó Evelyn.
Las defensoras centroamericanas están trabajando en la sanación, la memoria y la conciencia como camino personal y colectivo, ellas destacan que la búsqueda de justicia implica sanar para sacar todo el dolor y recuperar la potencia vital.
Yolanda planeta la necesidad de hacer introspección y observar cómo ese sistema de múltiples cabezas también está interiorizado en nosotras y nosotros mismos, cómo también la búsqueda de una justicia profunda, una justicia verdadera, implica “meternos la mano adentro del estómago y vomitar toda la suciedad y la basura que llevamos” y desde su experiencia advierte que es un proceso doloroso y que probablemente puede llevar mucho tiempo, pero que va a ser bueno para curar y sanar.
Las reflexiones durante la conversación apuntaron a que no debemos esperar esas justicias desde arriba, sino que es necesario irlas construyendo desde el plano personal e individual pero también desde lo colectivo, para poder lograr juntas esos cambios y esas transformaciones esperadas.
Deseos feministas para un futuro más justo
Sobre los deseos, las panelistas ponen sobre la mesa la necesidad de decolonizarlos y afirman que para eso es necesario reconocer que también algunas feministas del sur global hemos introyectado un deseo moderno, un deseo blanco de progreso que nos han vendido desde fuera.
Evelyn enfatizó que ese sueño de modernidad ha significado crisis, pandemia, cambio climático y también personas que, a pesar de tener sus necesidades materiales cubiertas, se sienten solas, aisladas.
Ella propone reconstruir los mundos comunales, la red de la vida, para recuperar esa potencia vital que todas y todos llevamos dentro.
Adriana compartió una consigna de su organización que es “desde abajo y con la tierra”, para ella esta frase es clave para materializar los deseos y nos recuerda que debemos seguir acompañando las luchas desde la digna rabia y la digna alegría: no debemos quedarnos calladas, no hay que bajar la cabeza ni ver a los conflictos socioambientales como algo negativo, sino más bien como algo transformador y algo que construye justicia para nosotras.
Las defensoras nos invitan a construir la energía vital desde lo colectivo, construyendo también otras economías. Además, nos instan a acompañar la búsqueda de justicia desde nuestras cosmovisiones ancestrales, desde lo que aspiramos genuinamente y lo que necesitamos para ser felices, una justicia hacia nuestras corporalidades, hacia la biodiversidad y la naturaleza y nos dejan la pregunta: ¿de dónde nos viene la vida o qué es lo que necesitamos para tener vida?