Cada vez que se habla de procesos comunitarios, se sobreentiende que todos son igualitarios y que cada una de las personas de esa comunidad tienen voz y voto. No es necesariamente así y por ello, es que existen organizaciones de base comunitaria como ADES, que trabajan a favor de las causas justas.
ADES tiene una historia de lucha y de convicción. Es producto de procesos históricos del conflicto armado en El Salvador y de cómo estos influyeron en la misma comunidad de Santa Martha. Hablar de la organización y de esta comunidad es hablar de lo mismo, puesto que son referentes nacionales de la organización comunitaria y como pilar impulsor de procesos esperanzadores que mantienen el trabajo en la defensa de los derechos humanos.
El impacto amable
En 2024, con apoyo del FCAM, ADES implementó el Programa de Liderazgo y el Programa de Agroecología dirigido a mujeres de tres comunidades, que participaron en Escuelas Agrícolas Comunitarias donde aprendieron a hacer huertos familiares y comunitarios entre pares.
«Todos los conocimientos ancestrales aportan en este tipo de procesos, a la vez que se involucra la participación de todos los miembros de una familia en la construcción de las metodologías y los huertos en sí», puntea Blanca Hernández, coordinadora de proyecto de ADES.
Producto de estos espacios de formación familiar, se trabajaron también iniciativas de comercialización local para que las mujeres pudieran ofertar los excedentes de su producción. A la vez, se empezaron a promover mercados locales, ferias agroecológicas, donde participaron alrededor de 300 personas que son parte del Programa de soberanía alimentaria.
Llevaron a cabo los espacios Mujer rural y territorio, círculos de reflexión donde participaron una diversidad de mujeres campesinas y rurales, motivadas por conocer sobre temas de género y enfocadas en dos grandes temas de trabajo: las jornadas de autocuidado personal y el cuido de la madre tierra.
A lo interno, el equipo de trabajo logró hablar sobre temas de sexualidad, autocuidado y atención psicológica que fue brindada a once personas del equipo. Realizaron un total de seis jornadas virtuales sobre diversos temas enfocados en su trabajo, que les permitió sentirse acompañadas y acompañados en su quehacer institucional.
Partir de los procesos de autocuidado apoyados con financiamiento del FCAM, ha permitido que el equipo de mujeres y hombres de ADES reflexionen sobre su propio sentir, sobre su propia individualidad, colectividad y sobre cómo se relacionan y sirven a las comunidades con las que trabajan.
«En ADES trabajamos el tema de cuidados desde un enfoque de derechos humanos, lo que nos motivó a conformar una red de mujeres del personal de ADES, que nos ha permitido conectar y cuidarnos más allá del apoyo puntual», comenta Blanca.
Las personas y los cambios
Las poblaciones rurales son las poblaciones que tienen más dificultades para acceder a sus derechos, principalmente el derecho a una alimentación adecuada. También tienen limitaciones en su acceso al agua, a la educación, a la sostenibilidad económica de la vida, entre otros derechos básicos. La población rural tiene que cargar con un sinnúmero de situaciones, incluidas la violencia sistemática que principalmente sufren las mujeres de todas las edades.
A pesar de los retos enfrentados, ha habido cambios de actitudes en las mujeres y hombres participantes del proyecto, lo que se ha visto en la contribución significativa de la mejora de vida de todas las familias, tomando como base el conocimiento de par a par.
El trabajo que realizan es diferente, porque han logrado «hacer un cambio de conciencia, dándole más información a la población para que esté preparada y alerta ante lo que sucede en sus entornos comunitarios, porque a veces los gobiernos locales o nacionales son solo subsidiarios y quieren resolver todo con cosas tangibles», aporta Blanca.
Para ADES, es importante trabajar la conciencia sobre la formación de las familias, con el fin de que puedan tomar decisiones sobre lo que es importante para ellas y la naturaleza. La organización es consciente de que el cambio de paradigma entre el modelo convencional y alternativo no será al cien por ciento, pero sí de manera gradual.