Durante la pandemia se exacerbaron los crímenes de odio, los ataques cibernéticos e institucionales contra personas activistas que no estuvieran alineadas a las narrativas oficiales de los gobiernos autoritarios, se implementaron políticas públicas represivas y la militarización fue la respuesta para contener al vector de transmisión de la enfermedad, lo que dio como resultado la vulneración de derechos humanos de diversas personas y colectivos sociales, principalmente de mujeres, personas trans y no binarias.
